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Ya para una persona adulta, el ser diagnosticada con Enfermedad Celiaca significa un quiebre y un proceso que debe asimilarse con mucha responsabilidad, pues debe motivar un cambio en el estilo de vida y sobre todo en la dieta, eliminando de ella la presencia de gluten, un ingrediente derivado del trigo presente en muchos alimentos de consumo cotidiano.
Para muchos este nuevo paradigma no es fácil de asimilar, y sobre todo reconocen que los médicos no siempre entregan directrices claras sobre cómo enfrentar el cuidado de tu salud, ante lo cual los grupos de apoyo, la información certera y los consejos de otras personas con la misma condición se vuelven relevantes.
Ahora bien, ¿qué ocurre cuando el diagnosticado es un niño o niña?, ¿cuál es la manera como los padres pueden ayudar de mejor manera a iniciar esta transición?
Para responder a éstas y otras interrogantes, conversamos con la psicóloga capitalina María José Maureira, quien nos entregó una guía muy útil para que progenitores y familia enfrenten el nuevo estilo de vida junto con sus hijos.
Aprender a alimentarse
«Los doctores no saben con certeza la razón que ocasiona la reacción del sistema inmunológico al gluten en las personas con esta enfermedad, pero si el doctor ha diagnosticado que su hijo(a) tiene la enfermedad celiaca, existen formas para remediar los síntomas y cualquier daño que pudiesen haber sufrido los intestinos», manifiesta la profesional de la salud.
Maureira sostiene que cuando un hijo ha sido diagnosticado con la Enfermedad Celiaca, los padres o cuidadores deben comenzar a conocer, aprender y educarse sobre esta enfermedad, ya que tendrán que cambiar y modificar completamente el estilo de alimentación de ese hijo diagnosticado con celiaquia.
Ya conociendo el diagnóstico, los padres o cuidadores sabrán qué alimentos puede comer su hijo(a) y cuáles debe evitar, estos cambios pueden afectar la rutina de su vida en familia, pero con una buena organización se pueden ir sumando sugerencias y consejos para la vida diaria, agrega.
A modo de ejemplo, María José Maureira recomienda aprender a leer cuidadosamente las etiquetas de todos los alimentos antes de comprarlos y enseñarles también a sus hijos para que incluso ellos sean capaces de preguntar si es que aún no saben leer.
Buscar grupos de apoyo
De igual modo, aconseja que los padres o cuidadores de niños con la enfermedad celiaca consideren unirse a organizaciones o grupos de personas con esta condición y si no la encuentran, pueden diseñar grupos de apoyo, organizar campamentos o reuniones sociales.
Es muy importante, sostiene la psicóloga, educar a otros adultos y al entorno en que se relacionan sus hijos (profesores, enfermeras, cuidadores, amigos de los padres, familia, etc.) acerca de la condición y la importancia de mantener los alimentos con gluten fuera del alcance de sus hijos(as). Además, enseñar a los niños más mayores a que no acepten comidas al menos que provengan de quien se asegure de que no contienen gluten.
«Puede ser difícil que su hijo(a) se adapte a una dieta libre de gluten y al comienzo es complicado realizar los ajustes en la alimentación, pero con el tiempo usted y su hijo(a) reconocerán los alimentos permitidos y los prohibidos, haciendo más fácil encontrar ingredientes, comidas y aperitivos que no generen los síntomas de la enfermedad celiaca», expresa Maureira.
Por último, vale reiterar que es de vital importancia unirse a grupos de apoyo (COACEL o Fundación Convivir), ya que al realizar importantes eventos, se ayuda a los niños con la enfermedad celiaca a comprender que no son los únicos con este problema y podrán compartir experiencias y sentirse acompañados en este nuevo tránsito en sus vidas.
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