Tengo la suerte de contar con una familia cariñosa y comprensiva, pues me apoyaron desde el primer minuto con respecto a mis nuevas condiciones de vida. Provengo de un clan sureño, donde la comida es el motivo de celebración para todo; como siempre digo, celebramos las ganadas y las perdidas. Por ende, como celiaca debí adecuarme y aprendí a decir que No, mientras que ellos aprendieron a entender y a no presionar. 

Llevaba mucho tiempo sin probar el pan, pero mis padres son adoradores de él, es imposible sentarse a su mesa sin pan fresco para acompañar la comida, además del arte que tiene mi madre para hacer pan amasado. Se sentían pésimo con que ellos comieran y yo no, por lo que partieron en busca de una mezcla para hacerme mi propio pan. Todo iba de maravilla, pero no tardé en hacer reacción, pues mi querida madre no sabía que debía utilizar levadura libre de gluten y creo que hasta los días de hoy la pobre arrastra un cargo de conciencia por dicho error. Pero traté de que comprendiera que era aprendizaje para ambas y que no era terrible privarse de comer pan. 

En cada evento social, existen alimentos preparados sólo para mí. (Crédito: Freepik)

Es así que, desde entonces, en cada evento social existen alimentos preparados sólo para mí, pero siguieron pasando chascarros, como el día que me hicieron por cariño un pie de limón con harina de linaza. Estaba suculento, el sabor me parecía conocido pero ni siquiera pregunté, hasta que sentí el estrujón. La masa estaba contaminada con gluten, pues habían creado la harina desde la semilla, sin saber que tanto los frutos secos como semillas varias se contaminan, pues utilizan la misma maquinaria para procesar trigo.  

«Cuando se es celiaco y pasan estas anécdotas con personas que sólo quieren hacerte feliz, solemos callarnos para no herirlos, pues fue un error, y nadie está más informado que el celiaco en sí».

Vivir como Celiaca.

Nunca se los comenté y no lo sabían, al menos hasta hoy que se están enterando por este blog, porque el amor es bidireccional. Mis tías se habían esforzado por darme un momento de glotonería y placer, por lo que jamás las quise herir contándoles que me había enfermado. 

Cuando se es celiaco y pasan estas anécdotas con personas que sólo quieren hacerte feliz, solemos callarnos para no herirlos, pues fue un error, y nadie está más informado que el celiaco en sí. ¡Nadie». Por tanto, enseñen a su entorno desde el corazón, no les reprochen las equivocaciones, porque inclusive nosotros debemos seguir aprendiendo todos los santos días qué cosas son un definitivo sí o un no.

Enseñen a su entorno desde el corazón, porque inclusive nosotros debemos seguir aprendiendo. (Crédito: Freepik)

A mí me duele más el corazón que el intestino por tener que decirles la verdad, pero es importante que ambas partes entiendan que el amor se transmite colaborando mutuamente, además de evolucionar y dejar de demostrarnos los afectos mediante la comida.

Yo aún no lo aprendo. 


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